lunes, 14 de enero de 2013

ACIOCIACIONES CIVICAS



TACORONTE: MISCELANEA PARA UNA HISTORIA DEL MUNICIPIO




CAPITULO XIII




Eduardo Pedro García Rodríguez

Templos católicos:

Santuario del Cristo de Los Dolores y agonía de Tacoronte:

Situado en el término municipal de Tacoronte, está formado por una serie de construcciones que constituyen una manzana perfectamente definida y las edificaciones que se ubican en torno a la plaza delantera, por la que el antiguo convento y templo tienen la entrada principal. Actualmente acoge la Casa de la Cultura.

Esta manzana que alberga el conjunto conventual y otras construcciones de interés, da frente a espacios públicos en sus cuatro fachadas; lindando por el naciente con la carretera general que une Tacoronte con Valle de Guerra, por el poniente con la Plaza del Cristo, por el Norte con la calle del Cristo y por el Sur con una nueva vía peatonal.
En 1599 ya existía la ermita de San Sebastián, nombre que en la actualidad recibe la puerta que da a la cara norte del templo.

En 1649, los frailes agustinos fundan el Convento y se sirven de la ermita, hasta que en 1662 empiezan las obras con piedra. y material que se sacan de la cantería de "Pedro Álvarez" (Tegueste).

El convento es de planta cuadrada, con claustro interior de doble galería columnada, comunicándose con el Santuario por la galería baja, y con otro acceso por la galería alta que lleva al campanario.

El santuario tiene planta basilical de tres naves, dotada de coro alto con balaustrada.

La fachada principal labrada en piedra se concluyó a finales del siglo XVIII; está ricamente decorada, cuya puerta principal la jalonan columnas pareadas de fuste estriado, destacando en el frontis dos pétreas gárgolas indefinibles y el escudo heráldico de los Pereyra de Castro y Ayala, fundadores del Convento que albergó 10 ó 12 clérigos agustinos hasta mitad del siglo XIX, fecha en que son exclaustrados.

El templo del Santísimo Cristo de Tacoronte  es la construcción de mayor porte e importancia, a la que se supeditan el resto de su entorno próximo. Su fachada norte y principal está trabajada en cantería fina, esta particularidad le brinda monumentalidad, escenografía, composición, significado y buenas perspectivas. La venerada imagen del Santísimo Cristo de Tacoronte, es la segunda imagen cristologica más venerada de las Islas Canarias tras el Santísimo Cristo de La Laguna.   La bella fachada tiene dos gárgolas semejando fantásticos dragones. La obra de Domingo Rodríguez Rivero, en cantería, luce sobre la puerta el escudo de armas de los Pereyra Castro, de origen portugués y antiguos patronos de la iglesia. La estatua orante del fundador de la iglesia, Tomás Petreyra de Castro y Ayala, figura en la capilla mayor.

Escultura del Cristo de Tacoronte:



Cristo de los Dolores y agonía (De las Congoxas).

En 1661 fue traído a Tacoronte por Tomás Pereyra de Castro Ayala, recaudador de las reales rentas en la isla. Al principio suscitó la repulsa de los tacoronteros, considerando que tenía más de cinco llagas que admite el Evangelio. Su donante fue Tomas Pereyra, el origen judío de este formó parte de los numerosos inconvenientes que la Inquisición quiso poner a su culto.

Entre los diversos documentos que se emitieron con tal motivo, sólo vamos a citar uno que viene a nuestro propósito: procede del Archivo Histórico Nacional, legajo nº 4432 nº 17, referente a la pintura y hechura del Cristo de Tacoronte. Lo tomamos de la “Revista de la Historia” de La Laguna de Tenerife, nº 101/104, pág. 174/180, cuyo título es “La Inquisición de Canarias y el Cristo de Tacoronte” por Antonio Ruiz Álvarez:
"Carta del Tribunal al Comissº de la Lag" (La Laguna, Tenerife) del 22 de Marzo de 1662, que citamos: (p. 179).
"… y aserca de lo que lo que Sentimos de la escultura Referída decimos que aquí se a dicho en esta ciudad que en la Corte ay dos Ymágenes de esta mísma hechura. Una en el Convento de Nra. Señora de Atocha y otra en la Capilla de los Terceros de San fran,co yque con que el Sr. Cardenal y arzobispo de Toledo Concedió días de Yndulgencia a los que Resaren delante de dha. Ymage… "(Fecha ut supra.)
Lo firman: Fray Juan de San Francisco.- D.or.  D.or Francisco Devatancor.- Fray Alonso Melgarejo.- Fray Blas Manuel.
Entre las fechas del 3 de febrero al 5 de Diciembre de 1662, se tramita la censura y calificación al Santo Oficio (hemos cuantificado doce documentos a estos efectos) y que se resuelve en 20 de Abril de 1665. "Los calificadores Padre Oñate, Méndez, Heredia y Zamora, dixeron conformes que dicha pintura se debe tolerar. El Padre Fr. Blas Tostado dixo que no se tolere esa pintura".

El Señor de Tacoronte, según Buenaventura Bonnet

Descripción de la imagen por Buenaventura Bonnet y Reverón

“Como el Señor de La Laguna, el de Tacoronte está rodeado de piadosas leyendas y hermosas tradiciones. Núñez de la Peña afirma que en la capilla del Palacio Real existe un Cristo igual al que se venera en el convento de Tacoronte; pero sin afirmar que sea una réplica de aquél o si difiere en el conjunto, y sin añadir tampoco ningún otro dato que pueda servirnos de guía, si bien es de presumir sea una copia de aquel. Tampoco se le ha dedicado una obra consignando sus milagros, como lo hizo Quirós con el de La Laguna y Espinosa con la Virgen de Candelaria, donde pudiera estudiarse la historia del convento, sus vicisitudes y demás datos siempre interesantes para la historia.

Del examen de la escultura se deduce que el Cristo de Tacoronte pertenece, sin duda alguna, a la segunda mitad del siglo XVII o principio del XVIII, creyendo que por esta afirmación no se amengua en nada la virtud de la imagen, ya que es creencia muy arraigada que la mayor antigüedad de una imagen les presta mayor veneración.

El arte sufrió en la segunda mitad del siglo XVII una notable innovación en los tipos religiosos délas imágenes, introduciéndose nuevos y desconocidos hasta aquella época, caracterizándose por dos tendencias bien determinadas: el efectismo y él simbolismo. La primera representaba el arrebato y el éxtasis, las efusiones del sentimentalismo y las torturas físicas de los mártires y de! Señor; Jesucristo y la Virgen aparecen esculpidos o pintados con los ojos dolorosamente levantados hacia el cielo expresando su dolor resignado, cruento. El mejor representante de esa innovación lo tenemos en el Señor de las Tribulaciones que se venera en la iglesia de San Francisco de nuestra Capital.

De la tendencia simbólica, se deriva el Cristo que estudiamos, que rompe con la clásica tradición. Durante un milenario y aún más, al Hombre-Dios se le representó clavado en la cruz agonizando; al Cristo de Tacoronte se le ha dado otra significación. Jesús aparece de y el dragón o serpiente, que lleva una manzana en la boca.

A nuestro entender, la interpretación de ese símbolo es la de Cristo triunfante de la muerte y recuerdos del pasado, representados por la calavera y la serpiente, después de morir en la Cruz por la salvación de los hombres redimiendo así a toda la humanidad. Sublima concepción, inmortalizada por el artista en el Cristo de Tacoronte que no estaría al alcance de todos los fieles, pero que fue una innovación del agrado de la época.

La denominación de Cristo de los Dolores, parece que también conviene con lo que hemos expuesto, pero no en el sentido vulgar que se le asigna a esta palabra, debiendo traducirse como la del vencedor del Dolor, del dolor de morir eternamente, sin otra vida ultraterrena de consuelo y de bienes espirituales, borrando ademán del cristiano el pecado original que los libros sagrados predicen sería redimido de la humanidad por el Hombre Dios, aplastando para siempre la serpiente.

Por lo que respecta a la escuela, decididamente afirmamos que pertenece a la sevillana o murciana, inclinándome sea de la primera, ya que la sevillana es la que más acentúa la nota de realismo en el siglo XVII.

En general, la escultura española toma un carácter tal de realismo, y de verdad, que hace que el pueblo no las mire como obras de arte, sino como seres reales e individuales, llegando casi hasta al olvido de la personalidad religiosa representada en la imagen para no ser sino la imagen misma, procurando, por todos los medios posibles, que así fuera y acudiendo los artistas a todos los recursos para conseguirlo y complacer al pueblo.

Y esto fue así porque nuestro temperamento ha sido siempre un eterno enamorado de la realidad, pero de la realidad tangible más que de la espiritual, porque ha querido ser siempre la naturaleza en sus formas verdaderas y ha deseado apropiárselas para realizar sus obras artísticas que se han dirigido principalmente a darnos la sensación más completa de la verdad, y en la interpretación de ese realismo o, si se quiere, materialismo, mezclado con un espiritualismo rayado en fanatismo, la escuela sevillana alcanza su mayor importancia y despliega su mayor perfección en sus tipos y caracteres sin rival en toda la Península Ibérica.

Y en efecto: El escultor sabía que sus imágenes eran para el pueblo que no entendía ni quería entender de refinamientos; lo necesario, lo indispensable, era el impresionar enérgicamente los sentido, ofreciendo todos los rasgos peculiares a un ser humano, que sus ojos, sus cabellos, su rostro no fueran una expresión escultórica de la realidad, sino imitación servil de ésta, como se observa en el Cristo de Tacoronte que da una sensación plena de lo real, vibrante y sólida.

¡Magnífico estudio y hermosa apoteosis de la carne macerada y sangrante!

Y el pueblo a la vista de una escultura semejante, crea sus leyendas y consejas, impresionado y conmovido, diciéndose que apenas el Cristo hubo recibido la última cinceladura, la imagen interrogó al artista, diciéndole: ¿Dónde me viste, que tan bien me has retratado?» a cuya voz el escultor cayó muerto en el taller, tradición que demuestra el agrado de las muchedumbres a la realidad por muy fuerte que sea, excluyendo el idealismo de los imagineros góticos y románico?.

Desde el punto de vista anatómico, el Cristo de Tacoronte no es una cara completamente perfecta; así el rostro es maravilloso por su acabada ejecución, pero las piernas, los brazos y la espalda parece que están modelados por otra mano, caso muy frecuente en los talleres de la época donde el maestro encargaba a sus discípulos la terminación de la obra, después de ejecutar lo principal; y a tanto llegó esa costumbre que un poco más tarde, en el siglo XVIIl, se suprimió por completo el cuerpo en las imágenes llamadas de vestir, esculpiéndose tan sólo las partes visibles, cabeza, pies y manos.

Si comparamos el Cristo de Tacoronte con el de La Laguna, se nota al momento la diferencia de escuela; ausencia del elemento clásico elaborado en Italia, en el de Tacoronte, y preponderante en el de La Laguna, y en éste la falta del realismo de la escuela española; el uno habla al pueblo recordándole sus dolores físicos, el otro es el Cristo del Gólgota perdonando como un iluminado todos sus extravíos.” (B. Bonnet).

El Catedrático de arte de la Universidad de La Laguna Jesús Hernández Perera, en un interesante y documentado artículo sobre la imagen del Cristo de Tacoronte nos expone su docta visión histórica de la imagen y el que entresacamos algunos párrafos:   
“Rompía abiertamente esta escultura con todas las representaciones de Jesucristo hasta entonces conocidas en el archipiélago. No se conformaba con la tradicional del Crucificado, ni tampoco, a pesar de su atuendo y contenido pasional, con ningún aspecto de la Pasión del Redentor. Se trataba, en tamaño natural, de un hombre desnudo abrazado a la cruz, vivo a pesar de sangrar abundantemente por sus llagas abiertas en las manos, pies, rodillas y espaldas, más la de una lanzada en el costado, y cuyo pie izquierdo aplastaba una calavera en torno a la cual se arrollaba una serpiente con una manzana en la boca. Insólita y desconocida, no pudo menos de causar preocupación a los comisarlos del Santo Oficio tan aparentemente anómala representación de Cristo. La extrañeza de los inquisidores subía de punto al considerar cómo podía estar el Redentor a un mismo tiempo triunfando en su Pasión y doloroso, y cómo tal "irregularidad" podía adaptarse al texto escriturístico. Voces timoratas y malévolas, inexplicablemente presas de escándalo a la vista de una composición que juzgaron horrible y sangrienta, habían desempolvado además calumniosamente la presunta ascendencia judía del donante, al fin y al cabo, un nunca bienquisto recaudador de contribuciones y no un noble caballero de origen portugués.
Cuatro calificadores enviaron el Santo Tribunal de la Inquisición en Canaria a reconocer la imagen, cuya censura remitió a la Suprema el 24 de abril de 1662, junto con la petición de la más adecuada actitud que había de tomarse ante tan desconcertante novedad. No conocemos la respuesta del Supremo Consejo de la Inquisición, pero de la subsiguiente actuación de don Tomas Pereyra de Castro puede deducirse que desde la corte calmaron “escrúpulos de los inquisidores isleños, mal informados en las innovaciones del arte dado el aislamiento del archipiélago, y autorizaron el culto público y solemne a tan digna representación de Nuestro Señor Jesucristo.
Aquel arbitrario incidente inquisitorial no pasó inadvertido al historiador tinerfeño Núñez de la Peña, contemporáneo del suceso, quien en su historia deja constancia ' de que el Cristo de los Dolores llevado a Tacoronte era reproducción de la imagen del Redentor que en la capilla del Palacio Real de Madrid había obrado muchos milagros.” (Jesús Hernández Perea, 2005).
De las ofrendas de algunos emigrantes:

“Lo recoge el historiador Manuel Hernández en su libro La emigración Canaria a América, donde detalla, por ejemplo, que Francisco Gutiérrez, un opulento comerciante de Tacoronte asentado en Caracas, donó al convento de San Agustín y a la iglesia parroquial de su pueblo 1.200 pesos para una fiesta anual con misa, sermón y procesión al Cristo, además de 200 pesos para Santa Catalina. Enrique Acosta destaca también que son muchos los tacoronteros que hicieron fortuna allende los mares y fueron las diferentes iglesias y ermitas de la localidad las que más beneficios obtuvieron de esas riquezas.
El profesor Hernández Perera afirmó que “Tacoronte es la población de Canarias que atesora más plata poblana”, de Puebla, México. Uno de los grandes donantes fue el más rico comerciante de Cuba de mediados del siglo XVIII, el tacorontero Diego Antonio Marrero, director de la Compañía de La Habana, empresa que tenía el monopolio sobre el tráfico marítimo entre la Península Ibérica y Cuba. También poseía un ingenio azucarero en La Habana con el sugestivo nombre de Cristo de Tacoronte. En 1774 envió dinero para la construcción de las capillas de Las Angustias y Los Dolores del convento agustino. Por ello se le asignaron todas las sepulturas delante del altar. Jamás regresó a su tierra.
Otro caso es el de Andrés Álvarez, tacorontero avecindado y fallecido en Puebla de los Ángeles, quien en 1738 mandó de limosna a la iglesia de Tacoronte una lámpara de plata de 75 libras, una custodia de plata sobredorada, seis candelabros de plata, dos cálices y un copón. Asimismo, donó una lámpara de 53 libras, dos cálices y un copón al convento. Y así hicieron otros muchos ricos emigrantes, por devoción al Cristo de Tacoronte y por amor al pueblo en el que nacieron y al que nunca pudieron olvidar.” (Agustín González, 2012)
El templo católico de Santa Catalina Mártir de Alejandría 


 Se encuentra situado en el barrio del mismo nombre, en el casco antiguo del municipio. Éste templo es el parroquial matriz de la ciudad, y en ella se venera la imagen de Santa Catalina Mártir de Alejandría. Desde ésta iglesia parten también las procesiones de Semana Santa y Corpus Christi, así como la de San Isidro Labrador, el día de su romería, allá por el mes de  julio.

Bello templo de tres naves con torrecampanario, edificado sobre la primitiva ermita que levantaron los primeros colonos  en 1505. 

El templo se considera fundado en 1545, y en 1550 se decide derruir la ermita original para dotarla de cuerpo de iglesia.

 La distribución de las tres naves comienza en 1664 y con el tiempo se acometen diversas obras y ampliaciones hasta 1780, con la destacada actuación del cura beneficiado de la parroquia, Licenciado Joseph Antonio Fernández de Ocampo.

En el altar mayor se encuentra la patrona de la ciudad, Santa Catalina Mártir de Alejandría, talla que data de principios del siglo XIX, atribuida al artista Pedro Duque Coraejo de la escuela sevillana, y que sustituyó a una antigua escultura de piedra labrada.

La Imagen de Santa Catalina de Sena según el investigador Sergio Fernando Bonnet Suúarez”


“La autoría de la bella imagen de Santa Catalina, titular de la parroquia de su nombre en Tacoronte, ha venido atribuyéndose a distintos escultores. En principio se tuvo por obra de José Lujan Pérez, luego, especialistas de Sevilla la catalogaron —según Pedro Tarquiscomo talla de Pedro Duque Cornejo, para mas tarde —tras divulgarse la fecha aproximada de su encargo, posterior a la muerte del gran maestro andaluz — ser calificada por varios estudiosos como tributaria de su escuela, ejecutada por alguno de sus discípulos y sucesores-Sin embargo otros —caso de J. Hernández Perera — han continuado inclinándose por la paternidad del citado artista grancanario.
Confusionismo que contribuye a esclarecer, en importantísima med contenido de diversos apuntes insertos en el Libro nuevo de Fábrica /"...J dado hacer por el visitador D. Miguel Mariano de Toledo en la época prelado fray Juan Bautista Servera, infructuosamente buscado durante años en el archivo parroquial del nombrado templo y hace poco localizado por M Rodríguez Mesa entre los fondos sin catalogar conservados en el de la diócesis nivariense.
Antecedentes y carácteristicas de la imagen
Esta preciosa efigie sustituyó a una Santa Catalina de bulto grande donada por Matías Machado con anterioridad a 1578, puesto que así lo revelan los escritos correspondientes a la visita realizada en dicho año por el obispo Cristóbal Vela. Había reemplazado a la primitiva e interesante imagen labrada e roja del país, que accidentalmente encontrada en 1963 —en el coro del sagrario del Cristo de los Dolores de la misma ciudad— y restaurada por la inteligente escultora María Belén Morales, puede contemplarse hoy en el baptisterio de la vieja iglesia parroquial.

La que tratamos, tallada en madera y policromada, se halla situada hornacina central del retablo mayor. Pormenorizadamente descrita en distintas ocasiones, nos limitaremos a recordar que presenta un ligero escorzo, debido al apoyo del brazo y mano izquierda en una gran rueda dentada, y se eleva sobre una masa de nubes donde flota un angelote empuñando una palma, vestido de suaves ondulaciones producidas por el movimiento ascencional de su cuerpo, sostiene majestuosamente, en la mano opuesta, la espada del martirio, en plata sobredorada. El rostro de correctas facciones y gran delicadeza Luce corona dorada y mide, aproximadamente, 1'75 m. de altura.

Testimonios documentales sobre su origen

La riqueza de las anotaciones aludidas aconseja su transcripción, al reflejar con fidelidad sus dilucidadores textos y evitar posibles interpretaciones erroneas en tema tan controvertido. Pertenecientes a las cuentas generales de fabrica, a las que por mandato del prelado Tavira y Almazán comenzaron a agregarse desde el 15 de agosto de 1795 las de la cofradía de la santa, la primera las —correspondiente al balance del período comprendido entre el 14 de noviembre de 1796 y 3 de enero de 1800, presentado ante el beneficiado Doomingo García y Abréu para su examen en esta última fecha — es bien reveladora:
Yten por dos mil quinientos sinquenta rrs. que mandó a Canaría p" haser la Sta y demás adornos con quatro libras trese ansas y siete adarms de pía. como consta déla cana que está en mi poder.
Con posterioridad —8 de febrero de 1803— y ante el mismo García y Abréu, mayordomo de fábrica, presbítero Salvador Afonso Rivero, vuelve a rendir is del cometido a su cargo y explica:
Únese a estas [. . .] lo qe errescivido de la Cofradía de la Sra Sta Catalina Mártir por aberlo asi determinado Su Iltma Mi Sor Dn Antonio Tavira. . . en quinse de agosto de mil Septos nobenta y sinco,
declarando a continuación los siguientes ingresos:
[…]  Yden por Quinientos y quarenta rrs. qe se hisieron de los sarsillos y niño los apresiados por el oribe.
Yden por siento y nobenta rrs. qe se hisieron de unos sarsillos pequeños y anillo.
[...]
Yden por siento y nobenta rrs. qe mandaron de Canaria sobrante, dise mandó adesir el Platero qe se la rrobaron de pía que se mandó y por lo mismo mandó el impone de ella que fueron los dhos rrs.
Yden por siento y dies rrs. qe se hisieron de los anillos según sus apresios.
[...]
Yden por siento treinta y tres rrs. y quatro otos, que se hisieron délas perlas qe sobraron de las Pulseras.
[.-.]
Yden por beinte y sinco rrs. qe se hisieron de los huelas qe tenía la Sta.
En el apartado de pagos consigna:
Primeramente me descargo con dos mil seisientos sinquenta rrs. qe aunque fueron lo qe di sinco mil y dosientos rrs. según consta de la cuenta de el escultor y pintor, tenía ya dado en las cuentas antesedentes, dos mil quinientos sinquenta rrs. para prinsipi" de haser la Sta. según consta de las cuentas por lo qe no es mas qe lo que dexo dho.
Yden por siento, dise, mil quinientos rrs. qe pagué al platero de haser la coro­na, palma y espada de la St" como consta de rresivo.
Yden por siento y beinte rrs. qe pagué al platero por las nabajas de la Rueda de la Sta según consta de rresivo.
Yden por sesientos quarenta rrs. de tres ansas de oro qe entregué al platero, según consta de rresivo.
Yden por Cesenta y tres rrs. y seis qtos. qe fueron a buscar la estatua a  Cruz, y traerla a Laguna.
Yden por setenta rrs. qe llevó el Oribe por aprestar las prendas de la í Yden por sinco rrs. de dos propios a Sta Cruz, a dos y m° cada propic Yden por sinco rrs. y tres quartos p° la corona de la St" digo las Piedi Yden por sinco rrs. de dos hombres de llevar las andas p° traer la estat Yden por setenta rrs. qe di a Dn Domingo Rdrgs. Lops los mismos qe me a dado p" la St" en mi ynteligensia y Luego me a dho. este Sugeto los avia di p° el Chapitel, los que debolbí.

Conclucion
Los elocuentísimos datos precedentes silencian cualquier relación con Sevílla conduciendo inequívocamente a Canaria, donde José Lujan Pérez (1756-18 realizaba una fecunda labor y había alcanzado sólido prestigio. Queda así descartada la atribución a posibles discípulos directos de Duque Cornejo y, aunque no se cita su nombre, extraordinariamente afianzada la hipótesis de quienes han venido sosteniendo la autoría del artista de Guía, presente en Tenerife durante el agravamiento de la enfermedad de su admirado consejero, y canónigo arquitecto, Diego Nicolás Eduardo, fallecido en Tacoronte a finales de enero de 1798.” (Sergio Fernando Bonnet Suúarez).
Enero de 2013-01-14


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