lunes, 22 de abril de 2013

MATERIALES TOPONÍMICOS DE LA PALMA





Es evidente que la Toponimia, a pesar de su complejidad y de sus relaciones con otras disci­plinas, constituye un capítulo de la Lingüistica; sin embargo, los geógrafos y los historiadores reclaman con frecuencia sus derechos sobre ella; podemos decir que la Toponimia es una par­cela disputada por muchos, con mejores o peores títulos, pero en el Registro aparece como propiedad de la Ciencia del lenguaje".
A. LLÓRENTE MALDONADO, Toponimia e Historia.
"... comment doivent s'orienter nos recherches?... aprés avoir travaillé en surface, il faut travai-ller en profoundeur, et ne pas ceder á la tentation de synthéses prématurées et artificielles".
A. DAUZAT, La toponymie francaise.

nencial en su metodología y exigencia irrenunciable en todos sus plantea­mientos) y, además, con los importantes aspectos de la interdisciplinaridad, la trascendencia, el perspectivismo y el interés implicados en estos rasgos.
Por todas estas razones, las cuestiones toponímicas han llamado insisten­temente la atención de buen número de estudiosos. Y este interés y acerca­miento han tenido su oportuna traducción en muchos trabajos y contribu­ciones, que han supuesto, de manera especial en los últimos años, un gran desarrollo de la Toponimia y que han venido a cumplir el triple cometido de subrayar y destacar la innegable importancia que los temas toponímicos tie­nen no sólo para el área estrictamente lingüística sino también para otros ámbitos del conocimiento, de avanzar decididamente en establecer unos planteamientos metodológicos adecuados y de afianzar su entidad como ciencia singular e independiente.
De forma concreta, en nuestro país han proliferado los estudios sobre los nombres de lugar, especialmente en las últimas cuatro décadas, indudable­mente potenciados y favorecidos por una gran riqueza lingüística y toponí­mica, legada por el trasiego en su suelo de pueblos y lenguas desde tiempos oscuros y remotos. Y el ejercicio de la investigación ha contado con una multiplicidad de objetivos, que alcanzan desde el análisis de los nombres geográficos más antiguos (toponimia ibera, celta, romana) , hasta la consi­deración de los que poseen una formación más cercana en el tiempo (topo­nimia gótica, árabe, romance) , desde aquéllos que presentan un estudio to­ponímico integral de una zona de mayor o menor amplitud (área, valle, mu­nicipio) , hasta los que se dedican a investigar una unidad toponímica de­terminada, o los que se consagran a analizar monográficamente y a un nivel general un aspecto o una denominación, seleccionados por su importancia o por su curiosidad . Todo esto implica una trayectoria de actuación definida, una notable experiencia en el análisis toponímico y la existencia de un rele­vante volumen de material bibliográfico a este respecto.
En lo relativo a Canarias, el interés por los nombres de lugar insulares ha seguido las tendencias observadas a nivel general, si bien no con una dedi­cación continuada y, en consecuencia, con un conjunto de trabajos manifies­tamente pobre en términos numéricos a la vez que desigual en intenciones y resultados, aunque esta última apreciación queda rebajada por la presencia siempre honrosa de la excepción.
Los cronistas de la historia canaria de los siglos XV y XVI (las relaciones normandas , P. Gómez Escudero , Torriani , A. Espinosa , G. Frutuoso y J. Abreu Galindo , entre otros ) son los primeros que intentan aportar, en el desarrollo de los asuntos y acontecimientos que narran, explicaciones so­bre la formación y procedencia de las denominaciones geográficas canarias, y no limitan su atención, en algunos casos, al nombre representativo de cada isla, sino que se ocupan también de los de las zonas, núcleos poblacionales y enclaves nombrados en sus escritos. A nadie se le oculta que la situación temporal en la que se encuentran estos autores es inmejorable desde el pun­to de vista de la información y del análisis toponímico; su estancia o vida e

1.1. LA TOPONIMIA EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS: LOS ESTUDIOS TOPONÍMICOS EN CANARIAS^No resulta difícil apreciar dónde se apo­ya la relevancia que de forma amplia se ha adjudicado a los temas toponími­cos, ni tampoco es complicado advertir dónde reside el innegable atractivo que éstos ejercen. Ambas cualidades nacen de la concurrencia de varias ca­racterísticas dentro de la propia naturaleza de la Toponimia. En este senti­do, sabemos que en la formación y evolución de los nombres de lugar el protagonismo recae en el hombre como ser actuante y creador, que a la len­gua toca funcionar como sistema de comunicación y de expresión, y que la realidad y el aspecto físico desempeñan un importante papel como elemen­tos referenciales. Y este esquema es suficiente para comprobar que la im­portancia y llamativo que tienen las cuestiones toponímicas es consecuen­cia, por un lado, de la presencia aunada e interrelacionada de tres sugesti­vos componentes: el factor humano, el factor lingüístico y el factor históri-co-físico, característica poco común en comparación con otras disciplinas; y, por otro lado, está también en relación con los rasgos propios de la Topo­nimia como ciencia (múltiple diversificación en sus logros, carácter compo-[…]

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