miércoles, 24 de abril de 2013

PESCADERAS DE ANTAÑO






Josefa Falcón Abreu

Cuentan que venían con sus cestas de pescado a la cabeza desde la Playa de San Marcos, desde la Punta Marrero, la costa de Buen Paso o la de Santo Domingo. Eran estas mujeres, las vendedoras de pescado, que llegaban siempre caminando por veredas, cortando por los atajos, pregonando su pescado…Que casi ponían música a ese pregonar, hacían una letra monótona y continua con los nombres del tipo de pescado y pregonaban con fuerza, con ganas, aunque estuvieran cansadas no se rendían. Que había cierto pique entre ellas y corrían para llegar antes a las casas donde ya la gente les esperaba plato en mano. Que madrugaban para llegar a los desembarcaderos y ser las primeras en salir con sus pesadas cestas a la cabeza adornadas con verdes y frondosos helechos que aún le daban mejor aspecto al pescado, aunque fresco lo era, pescado en nuestras costas. Sacrificada era la vida de ellas que luego volvían a sus casas y tenían que hacer las tareas domésticas, y sacrificada la vida del pescador, el de ahora y más aún el de antes. La mar es a veces muy traicionera y se cobra muchas vidas. Ellos se exponen cuando la mar está brava, porque es su medio de vida y tienen que salir a faenar, algunos de ellos salieron y no volvieron, bien porque se los llevó la mar o porque fueran asaltados, en la historia más reciente recordemos la tremenda tragedia del ”Cruz del Mar”, en la que siete pescadores lanzaroteños murieron a manos de quienes les asaltaron un 28 de noviembre de 1978 en aguas saharianas, penosa historia esa que llenó de tristeza al pueblo canario. Pero volviendo a ellas, a las vendedoras de pescado, me cuentan que eran generalmente familiares de los pescadores, era aquel como su pequeño negocio que les permitía vivir y sacar adelante a sus familias, ellos pescaban y ellas vendían, era de las pocas cosas que en esa época la mujer podía hacer fuera de su casa, trabajar entonces significaba para la mujer llevar la casa y la familia, ser madre y esposa. Para quienes ahora compramos el pescado en las pescaderías esto resulta algo curioso, debía ser muy duro subir desde la costa cargadas con sus cestas, recorrer pueblos y barrios para poder venderlo, ahora en cambio sale de la mar, se carga en los coches y se lleva directamente a las pescaderías y de allí a nuestras mesas. Entrañables y duras sus historias, es el antes y el después de un oficio, de uno de tantos oficios de nuestra gente de antaño, ahora nos quejaríamos si tuviéramos que hacer caminando lo que ellas hacían, nos acostumbramos a la comodidad, esa comodidad que llegó con el progreso y, bueno, que a todos nos gusta…Buen día amigos…

24-4-2013.

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