viernes, 19 de abril de 2013

VENEZUELA: Chávez ganó desde su ataúd





Maduro se convertirá en el primer presidente obrero de Venezuela y el segundo, tras el brasilero Lula da Silva, de Suramérica.

Por Isaac Bigio
  
Un posible cambio en el gobierno venezolano hubiese tenido fuertes implicancias en toda Latinoamérica y el Caribe debido a que es el principal generador de petrodólares en la región.  

El chavismo cuenta con una enorme base social fruto de sus programas de salud, medicina y vivienda que ha financiado gracias al alto precio internacional de los carburantes y una política económica que busca generar el crecimiento a través de incentivar al mercado interno y una menor desigual distribución de la riqueza.

Chávez antes de morir fue el único jefe de Estado y de Gobierno del mundo que fue electo en comicios multipartidarios para posesionarse en cuatro mandatos consecutivos y de 14 a 20 años en el poder. Hoy se convierte en el único presidente muerto que gana una nueva elección como figura transformada en icono cuasi religioso.

 En las elecciones del domingo 14 el candidato chavista Nicolás Maduro se impuso en Venezuela por un margen de alrededor de un 1.6% y menos de 250,000 votos de diferencia.

Para los bolivarianos esta es una razón más para festejar pues por primera vez en su historia compitieron sin tener a su difunto "caudillo" histórico a la cabeza y han logrado ganar su quinta elección presidencial consecutiva asegurando que su régimen esté ahora facultado constitucionalmente a durar entre 14 a 20 años.

 No obstante, la oposición se siente envalentonada pues en todos los anteriores comicios perdía con dos dígitos de diferencia y esta vez lo ha hecho con menos del 2%, al mismo tiempo que cuestiona los resultados y pide un recuento.

 El 7 de Octubre Hugo Chávez derrotó en las presidenciales a Henrique Capriles por un margen de unos 11 puntos y 1,600,000 votos y luego en las elecciones regionales del 16 de diciembre su Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) venció en 20 de los 23 Estados.

Mientras Capriles desde las presidenciales pasadas de Octubre 2012 a hoy ha crecido de 6,591,304 a 7,270,403 votos y del 44.31%  al 49.07% de los sufragios contabilizados, el PSUV retuvo el poder pero decreciendo de 8.191.132   a   7,505,338 votos y del 55.07%   al   50.66%.  Esto implica que el chavismo sin Chávez se mantiene en el  Palacio de Miraflores pero a costa de haber perdido casi 700,000 votos y 4.4 puntos porcentuales.

Capriles, esta vez, no quiere reconocer los resultados oficiales, ha anunciado que no habrá pacto y ha refirmado su caracterización de Maduro como presidente "ilegitimo" primero por haber supuestamente llegado a reemplazar a Chávez sin haber surgido de alguna elección o "pasando por alto la constitución" y hoy por que no habría ganado los comicios.

Los medios españolistas hablan de un empate o que el derrotado Capriles es el "victorioso" y el victorioso Maduro es el "derrotado".

 Capriles al cuestionar los resultados chantajea al nuevo gobierno venezolano amenazándolo con que se le tipifique interna e internacionalmente como "ilegítimo" y que ello le desestabilice o que le impida gobernar, presionándolo para que gire hacia la derecha en aras de desafilarlo.

 Maduro tratará de demostrar que Capriles es mal perdedor y que no acepta su llamado a la conciliación en tanto que lo importante para él es que el partido de futbol se haya ganado.

Rafael Caldera fue re-electo presidente venezolano en 1993-98 con un porcentaje inferior y Menem y Correa llegaron a la presidencia de Argentina y Ecuador habiendo sacado menos de un cuarto de los votos en la primera vuelta.

 Esta ha sido la primera elección nacional en la que ha competido Maduro y, pese a haber triunfado por poco, él tratará de mostrar que es la quinta elección presidencial consecutiva que su movimiento bolivariano gana y que es un presidente legitimo y con iniciativas.

Un posible cambio en el gobierno venezolano hubiese tenido fuertes implicancias en toda Latinoamérica y el Caribe debido a que el principal generador de petrodólares en la región es también el eje de la antiimperialista Alianza Bolivariana (ALBA) que agrupa a 8 de los 33 Estados al sur de EE.UU., ha ido empujando al Mercosur hacia un corte nacionalista distinto al intento de Washington de crear un Tratado de Libre Comercio en el hemisferio y ha sido un pilar en la restructuración del primer bloque suramericano (UNASUR) y de la América sin EE.UU. y Canadá (la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe).

 El modelo patrocinado por Chávez de hacer gobiernos que nacionalicen empresas, redistribuyan la riqueza y desafíen a la Casa Blanca, ha conducido a que se consoliden y sean reelectos presidentes con discursos socialistas y apoyo popular en Bolivia, Ecuador y Nicaragua. 

Venezuela fue el escenario de la primera vez que un partido gobernante del ALBA busque mantenerse en el poder con un candidato distinto al de su "caudillo" histórico.

Mientras el PT brasilero promovió un recambio de su figura principal y Lula no quiso forzar la constitución para postularse por un tercer mandato, los movimientos de Chávez, Morales, Correa y Ortega se han estructurado en torno a sus jefes.

Maduro es alguien quien ha llegado a la presidencia ejecutiva y a la cabeza del oficialismo sin que medie ninguna elección. Él fue designado vicepresidente por Chávez a 3 días de su victoria presidencial del 7 de octubre, el mismo quien unilateralmente le designó como su sucesor.

Maduro debutó en política como un sindicalista clasista del gremio de los choferes asalariados y luego fue electo diputado por la capital desde 1999 al 2006 habiendo llegado a presidir la Asamblea Nacional de enero 2005 a agosto 2006, cuando deja ese cargo para asumir el de canciller que ha moldeado la política exterior bolivariana desde entonces.

A diferencia de Capriles y también de otros rivales suyos para asumir la posta de Chávez, Maduro nunca ha postulado en una elección nacional ni ha sido gobernador.

La oposición ha tratado de minar a Maduro presentándolo como un "títere" de los hermanos Castro y de Cuba comunista y buscando animar a otros chavistas a pelearse con él para impedirle el paso. En particular ha querido incentivar a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, a que asuma la Presidencia mostrándolo como un nacionalista ligado a las FF.AA. e independiente de La Habana al cual a la muerte de
Chávez quien no juró para su cuarto mandato le correspondía a él liderar la transición.

Esta es una táctica similar a la que en las presidenciales peruanas del 2006 utilizó el APRA contra Ollanta Humala acusándolo de ser una marioneta de Chávez. Con este mecanismo se producen dos resultados: si no se les para al menos se ansía lograr que el acusado trate de distanciarse del ‘cuco rojo’ que se le imputa.

Maduro, a diferencia de Cabello y muchos militares bolivarianos, nunca ha sido parte de las FF.AA., las mismas que son la columna vertebral del chavismo.

Chávez antes de morir fue el único jefe de Estado y de Gobierno del mundo que fue electo en comicios multipartidarios para posesionarse en cuatro mandatos consecutivos y de 14 a 20 años en el poder. Hoy se convierte en el único presidente muerto que gana una nueva elección como figura transformada en icono cuasi religioso.

El chavismo cuenta con una enorme base social fruto de sus programas de salud, medicina y vivienda que ha financiado gracias al alto precio internacional de los carburantes y una política económica que busca generar el crecimiento a través de incentivar al mercado interno y una menor desigual distribución de la riqueza.

Tanto Capriles como Maduro son católicos con ancestros judíos.

Capriles logró ser electo en 2008-2012 y reelecto para el 2012-2016 en la gobernación del clave Estado de Mirando derrotando a dos ex vicepresidentes de Chávez: Diosdao Cabello y Elías Jaua.

A diferencia de otros antiguos lideres de la oposición, él se desmarca de la extrema derecha y se presenta como un "Lula local" que admira a la socialdemocracia y que mantendrá varias reformas chavistas, aunque busca minar a los bolivarianos en temas que puede tener cierto impacto popular tales como ofrecer más seguridad ciudadana. La reciente devaluación decretada por Maduro y hacer que el petróleo no se dedique a subsidiar otros movimientos nacionalistas o sirva para alianzas con otros países.

Pese a su energía y juventud y a sus grandes avances, Capriles no ha podido revertir la popularidad del chavismo, el mismo que hoy ha viajado con el viento en su favor reivindicando la herencia del presidente más popular que haya tenido la democracia venezolana.

Primer presidente obrero de Venezuela

Maduro se sabia que tenia todas las de ganar, pero otra cosa ha de ser poder mantenerse a flote durante un sexenio. Su estabilidad dependerá de la coyuntura económica y del precio internacional del petróleo, como también de no sufrir traspiés electorales en elecciones a mitad de su mandato, aunque dentro de su movimiento serán inevitables distintos choques que buscarán evitar que él busque entronizarse en el poder para que llegue a un acuerdo tipo PRI mexicano de dejar que otros le substituyan para el siguiente periodo.

Lo novedoso de Maduro es que se convertirá en el primer presidente obrero de Venezuela y el segundo, tras el brasilero Lula da Silva, de Suramérica.

Si bien el marxismo postula que la clase obrera debe unirse para insurreccionarse contra el capitalismo al que debe derrocar con una revolución socialista internacionalista, Maduro al igual que Lula se ha alejado de dicho discurso pues anhelan llegar a palacio por la vía constitucional y mantener una forma de mercado y democracia multipartidaria conviviendo con capitales privados.

Los presidenciales obreros tienen la tentación de tratar de evitar susceptibilidades dentro de las capas empresariales y castrenses apelándose a su moderación y compromisos diplomáticos.

Juan Lechín, quien lideró casi vitaliciamente a la federación minera y a la Central Obrera de Bolivia desde la inmediata postguerra mundial, mostró a Lula el camino de pasar de ser un huelguista clasista con discursos inspirados en Lenin y Trotsky a buscar que se le dejase llegar al poder comprometiéndose a respetar los intereses privados que antes llamaron a defenestrar.

Lechín solo llegó a la vicepresidencia boliviana siendo el campesino Evo Morales el primer sindicalista agrario en llegar a la presidencia de su nación.

Lula tuvo que perder tres elecciones presidenciales para irse moderando y convertirse en un paladín de los acuerdos con los grandes capitales privados internos y con EE.UU. Conviviendo con sectores castrenses que hace un tercio de siglo le persiguieron a él, a Dilma y a sus "camaradas".

Luis Garzón fue el primer sindicalista obrero en llegar a la alcaldía de Bogotá donde también operó un giro hacia tener buenas relaciones con el empresariado local.
En cuanto a Maduro, en vez de pensar que él pudiese ser un líder proletario que desencadene una revolución dentro de la revolución es de esperar que él, mas bien, busque ser un mediador y un diplomático, en tanto que la oposición y los EE.UU. tratarán de valerse de ello para presionarle a que se aleje del radicalismo de Chávez.

 

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